16.Septiembre.2016
DE NUEVO POKEMON GO
Por
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Lo sé, que no es tema nuevo, que ya antes en otra colaboración había abordado el tema…Y puede parecer un asunto superfluo, pero me impulsa a retomarlo la resistencia que veo en algunos padres para entender, aceptar y compartir las características de estos “tiempos difíciles”, donde muchos de nuestros comportamientos cotidianos están determinados por la tecnología: pagamos nuestras deudas bancarias en bancanet, el recibo del teléfono y de la luz por internet; reservamos hoteles y vuelos, hacemos compras e incluso, algunos adultos establecen relaciones amorosas vía internet.

Siendo así, no entiendo porque no es tan difícil entender que una de las actividades primordiales de los jóvenes, como el juego, también pueda realizarse por esta vía.

“¡Que se pongan a buscar trabajo y no pokemones!”, “¡Sólo los inmaduros pierden el tiempo en esos jueguitos!”, “los niños de ahora ya no saben jugar”, y otras críticas similares, son las que escucho continuamente ante la fiebre mundial de Pokemon Go.

Y particularmente los padres empezamos a hablar de los juegos de nuestra niñez y nuestra adolescencia: el burro castigado, las cebollas, el straid, el stop, el cancán, los patines, las bicicletas, el monopoly, el turista mundial, etc…, enajenados por la melancolía y la sabiduría chabacana de “todo tiempo pasado fue mejor”.

Creo que nuestros tiempos no fueron mejores que los actuales, simplemente diferentes.

Los adultos necesitamos hacer un esfuerzo adaptativo para tratar de comprender el mundo de los videojuegos, aunque sin abandonar nuestro papel orientador. Podemos concebirlos como una oportunidad para acercar a nuestros hijos al uso de la tecnología, pero siempre regulando el tiempo de exposición y el uso responsable.

Valdría la pena salir con ellos a cazar pokemones, compartir su entusiasmo cuando descubran uno muy raro, aprovechar para que hagan cálculos y ejerciten su memoria recordando nombres y evoluciones. Pasear juntos por la ciudad, descubrir lugares con tradición (es común que los gimnasios de pokemones están en lugares históricos) y entre caza y caza, platicar y conocerse mejor.

La vida familiar se construye haciendo cosas juntos, pasando el tiempo juntos…Podríamos ver esta fiebre pokemónica como una oportunidad para estrechar lazos, mientras todos aprendemos a usar nuevas tecnologías.

Criticar sus intereses, minusvalorizarlos, nos separa. Compartirlos nos une.

¡Hasta mañana!


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