XILITLA, SLP; 31 DE ENERO, 2016.- Este es un pueblo mexicano netamente huasteco: lo percibes apenas llegas, en el paisaje de una orografía que te recuerda lo bien hechos que estaban los mapas de los libros de Geografía en los 70; y en los hombres recios y en las mujeres amables; en la comida y sus olores, y en el frío de sierra que hace que te duelan los ojos, las manos y la nariz la sientas como cubito de hielo.

Aunque los mapas turísticos te indiquen que la Huasteca es una región de “clima templado” o “lluvioso”, toma tus precauciones: el invierno mexicano suele ser duro e impredecible; y en esta sierra que colinda con los estados de Hidalgo y Veracruz y por la cual compartimos esta región que si bien geográfica es propiamente cultural –la Huasteca potosina en este caso-; es, por experiencia lo digo ahora, de un frío que cala en medio de una cañada de imponente y hermosa vista, que por lo abrupta, anticipa las horas que puedes emplear conociendo apenas un poco de su imponente extensión.

A inicios de enero, este pueblo llegó a amanecer a 2, 4 y 9 grados, pero cuya “sensación” se multiplicaba porque está enclavado en una cuesta, o pendiente –si bajas- en medio de una profusa vegetación selvática.

Si vienes a Xilitla a conocer el atractivo principal (para muchos como yo, la "casa surrealista" ), te llevarás muy gratas sorpresas porque hay para todos: para los amantes de la Naturaleza, la Arquitectura, el Arte y la Historia, y concentrado todo ello en la llamada “casa” o “castillo” del inglés Edward James, solo prepárate adecuadamente para el clima y el viaje mismo.


PARA LLEGAR A XILITLA...

Definitivo: no te fíes de un "mapa turístico" en México o lo terminarás lamentando si eres de los que presumen de rigor en la planeación de viajes y si la improvisación sobre la marcha, no es lo tuyo: porque la información que ofrecen sobre distancias en kilómetros, solo es aproximada; mas la que te ofrecen taxistas, empleados de líneas de transporte y hasta bien intencionados meseros en restaurantes y empleados de hoteles y hostales, resulta imprecisa y contradictoria.

Es mejor “cruzar” información y preguntar una y otra vez, hasta obtener toda la información de rutas y horarios. No confíes y mejor pregunta a las personas que van a hacer el mismo recorrido que tú o que son de la región: porque te puedes llevar una desagradable sorpresa si emprendes viaje (como yo) sin tomar precauciones básicas de llevar alimentos y agua, lo que te puede arruinar el buen ánimo.

Por ejemplo, en la capital SLP a mí me informaron en el céntrico hotel donde me hospedé, que para llegar a Xilitla “está lejos…” ¿qué tan lejos? , pregunté y me dijeron: “cinco horas…”; mismo dato que me repitieron las empleadas de la línea de transporte “Regio bus line”, “Ómnibus vallenses” y la línea “Vencedores”.

Lo que no te dicen las empleadas es que todas esas líneas de “camiones” como se les dicen en México a los autobuses, son “de segunda” lo cual quiere decir en nuestro país, varias cosas: que son buses “de paso” es decir: que vienen de otros puntos y no parten directo de la terminal por lo cual, aunque tu boleto indique una hora, puede suceder que no llegue hasta dentro de varios minutos más, o incluso con media o una hora de atraso, o que ya haya partido.

También significa que estos autobuses irán haciendo “paradas” a lo largo de su recorrido: subiendo y bajando pasaje durante todo el trayecto. En suma: que ese viaje teóricamente realizado en 5 horas, se convierte ¡en 8 horas de trayecto!, desde SLP la capital hasta Xilitla, pasando antes a Ciudad Valles o Río Verde, ambas ciudades en el punto intermedio porque a Xilitla, desde la terminal de la capital, no hay viajes directos para llegar aquí.


SORPRESAS DEL TRAYECTO...


Así que de Río Verde o Ciudad Valles, tienes que comprar otro pasaje que te lleve a Xilitla, que también, teóricamente, está “a una hora o 45 minutos”, pero que en realidad se convierte en ¡dos horas! , porque no hay autobuses directos que hagan el trayecto sin ir parando y subiendo y bajando pasaje. Estás advertido. En total son 8 horas de ida y otras más de vuelta, de este pueblo a SLP.

Pregunté en todas las líneas. Y sólo de vuelta a la capital, y saliendo de Ciudad Valles o Río Verde, hay “camiones directos” esto es, que se van “por autopista” y no recogen o bajan pasaje, pero si se te ocurre tomarlo en ruta nocturna o de madrugada, te puede tocar “la revisión” de la Policía Federal de Caminos u otra corporación policiaca (Marina o Sedena) que se suben a registrar al pasaje.

Conserva la Calma si te toca: si eres mujer no te pedirán que bajes al pie del autobús. Si eres hombre, accede, muestra tu credencial de elector aún antes que te la pidan. Si eres extranjero no muestres tu pasaporte: solo tu boleto.

Las 5 horas que dicen mapas y potosinos, se podrían hacer sin duda, viajando en autos particulares o rentados por supuesto, a poco más de 120 KPH, en una estimación optimista. Durante mi trayecto vi a pequeños grupos de extranjeros, franceses, canadienses, estadounidenses y japoneses, reclamando por la imprecisa información.

En Río Verde ví a un trío de gringos que de plano discutieron un poco con los de la taquilla de la línea “Vencedores” y después frente a la terminal de buses, con un taxista –el viaje para los potosinos a Xilitla puede salir en 1 mil 500 pesos desde este punto-; y acordaron pagar ¡6 mil pesos!, para llegar a este pueblo encantador .


"MI CASA TIENE ALAS…"

¿Vale la pena? Sí, por supuesto: qué no se ha dicho y escrito sobre “las pozas”, sobre “el jardín escultórico”, sobre este “castillo” que un loco, solo un loco, pudo soñar y hacer.

Por algo, cuentan que Salvador Dalí le dijo un día a este aristócrata (realmente James fue su Mecenas…) “algunos quieren pasar por locos y sentirse artistas, y tú, que estás loco realmente, quieres pasar por cuerdo…”

Mi única recomendación para ingresar a la “casa surrealista” es: no pagues guía –te cobrará 200 pesos-; y aunque sientas que te pierdes, piérdete: ingresa por dónde te cobra 50 pesos y te indica la “Fundación Pedro y Elena Hernández, A.C” que maneja hoy esta propiedad y que no ofrece más datos de quiénes son y por qué tienen hoy la casa de Edward descuidada, y convertida en un mercadillo de defeños con tiendas “hipiosas” y cafeterías carísimas y malas, como el “Café James” que te cobra un café aguado a 24 pesos y un pastel acartonado en 40 pesos.

Atraviesa la gran entrada y repara en la puerta alta, estrecha y roja a tu mano izquierda: anticipo de lo que verás si abres bien los sentidos y el corazón; y sumérgete en el pasillo custodiado de serpientes de concreto que se parecen a las de "carrizo" de los juegos infantiles mexicanos; hasta llegar en unos pasos, a "las manos", que dicen fueron tomadas de un molde de las del creador de este espacio singular.

Camina e imagina: cómo habrá sido esta casa cuando el dueño estaba apenas construyéndola con la ayuda invaluable de un carpintero de Hidalgo, y albañiles y demás artistas potosinos y de los alrededores, y recibía a sus amigos, y el sitio tenía Vida mas allá de pretensiones de distorsionar la Realidad, o simplemente interpretarla al antojo del que la hizo posible.

Un breve apunte: no te extrañe que al saltar de laja en laja y casi resbalar y atravesar un estrecho pasillo para salir a una puerta muy amplia y después a otra pequeña y después a un redondel que la falta de pintura no demerita, te asalte un "dêja vu" y te sientas un conejo o una sonrisa que desaparece en el aire o, de plano, como aquella Alicia en un "país de las Maravillas" . Así de loco es el ambiente.

Escucha el borboteo de los manantiales clarísimos y limpios; tanto, que puedes ver el fondo de piedras pardas e imaginar otras pozas ocultas a tu vista; y prepárate para mas sorpresas visuales, auditivas, sensoriales, que te depara este que algún día fue un hogar, porque sólo así, un propietario puede mandar a inscribir la leyenda: “mi casa tiene alas…”